Jordi Valls

“Hoy en día, la jerarquía romana lo único que hace es repartir recetas” 


Jordi Valls 
Ex-Director del Programa LGTB 
Ayuntamiento de Barcelona 


Jordi Valls nos ofrece un triple papel de esta historia. Su experiencia hoy, como activista desde la administración, donde ha ostentado un cargo público y comprometido los últimos años. La segunda, como ex-monje del Monasterio de Montserrat, y la tercera, como miembro hoy de una nueva comunidad religiosa. El debate es cordial, las anécdotas interesantísimas. Ha cambiado progresivamente la forma de vivir su homosexualidad, porque es un hombre con dudas, aunque no duda en lo que quiere. Y eso es fundamental para el goce pleno de la vida y de la propia sexualidad. Por lo que me comenta, creo que hoy es feliz, y se siente muy realizado. 

Usted fue monje de Montserrat. Explíquenos su experiencia. 
Fue de los 19 a los 23 años. Yo no venía de una familia de tradición católica. Fui por vocación. Con ayuda psicológica entendí que mi estancia en Montserrat fue un intento frustrado de controlar mi homosexualidad. En Montserrat no había cuerpos, sólo hábitos. Y ello me permitía alejarme de la sexualidad. 

Entonces ya se sabía homosexual desde antes. 
Sí, desde los 15 o 16 años. Fue cuando lo descubrí, y lo compartí con mis amigos. No me costó nada. Mi entorno era bastante liberal. La fe fue creciendo con los años, y hubo un momento en que quise vivir al límite lo que yo creía, como siempre he hecho. Y por ello fui a Montserrat. Quería ser, por encima de todo, cristiano. Y para serlo bien, debía ir al Monasterio. 

¿Sabiéndose homosexual? 
No me he sentido nunca acusado por ser homosexual por mi propia conciencia. 

¿Y qué le dijeron los monjes? 
En realidad, primero lo escondí, porque creía que si se lo comentaba, ellos no me dejarían entrar al monasterio. Aunque no fuera así. Cuando estuve ahí, y después de conversaciones con otros monjes, lo acabaron sabiendo. Y el Padre Abad me dijo que no había problema. Simplemente uno, que fuera casto. 

¿Cómo se vive la castidad? 
El Padre Calixte siempre decía antes de ir a pasear por Montserrat, los jueves en la tarde, que lloviera o no, nunca llovía a gusto de todos. Con ello quiero decir que no hay ninguna situación del hombre que sea perfecta. Y el ser casto había sido una imposición que yo acepté. Pero que no cumplí. 

Se fue de Montserrat a los 23 años. 
Para esclarecer mis dudas. El Padre Abad me dijo: “Sal, respira, y si quieres, vuelve”. Fue entonces cuando empezó mi militancia en grupos de liberación Gai, como el FAGC (Frente de Liberación Gay de Catalunya). Eran muy radicales, y muchos de sus miembros no veían con buenos ojos ser del FAGC y creer en Dios, así que dejé aparcada la fe. Era, más o menos, en 1981. Después, a Montserrat, he regresado a menudo. 

¿Se apartó mucho tiempo de la fe? 
Hasta el año 2000 no volví a practicar. No es que perdiera la fe, pero una fe que no se vive, que es inexistente, no es fe. Volví a raíz de mi experiencia política. 

Cuéntemelo.
Fui nombrado teniente de alcalde de Vilanova i la Geltrú, de urbanismo y medio ambiente. Una experiencia muy gratificante, pero muy dura. Realmente, lo pasé muy mal, había muchos problemas. y sufrí varias crisis. Uno de esos días encontré que Cristo seguía detrás de mi, y me reencontré con él en mi camino. Mi fe fue creciendo de nuevo en los años siguientes, fui madurando, y me sentí que volvía a casa. 

¿Cómo ha sido la experiencia de estos últimos diez años? 
He estudiado teología y he ido creciendo espiritualmente. Me he dado cuenta que dentro de la estructura de la iglesia católica no hay un lugar para mi. Es una estructura diabólica, según la etimología griega que habla de diabólico como algo que separa en vez de unir, divide i falsifica el mensaje de la buena nueva de Cristo. Estuve reflexionando sobre lo que decían los obispos y lo opinaban los cristianos de base. Vi que el hecho de ser católico te obliga a estar en una estructura de poder feudal que solo perpetua su poder y economía. No podía vivir mi fe dentro de esta estructura. 

¿Cuál fue el detonante para salir de esa iglesia católica? Me casé con mi marido, con quien ya llevábamos muchos años de pareja. Adoptamos tres hijos, y vi que no debía cambiar. Yo quería seguir madurando con mi fe, y la jerarquía y estructura de la iglesia católica me cortaban las alas. 

¿Formas parte, pues, de una iglesia católica independiente? Sigo siendo de la iglesia: una, santa y cristiana, de la que forman parte desde los anglicanos hasta los luteranos, pasando por los católicos o los evangelistas. Y no estamos fuera de ninguna rama, sino con todas. Las agrupaciones católicas independientes la forman, alrededor del mundo, católicos incómodos dentro de la estructura de la iglesia que dicta Roma, ya sea porque son homosexuales, o son sacerdotes y no quieren renunciar a su sexualidad y ser célibes, etc. 

¿Qué le permite hacer esta iglesia? 
La agrupación se llama Comunidad Apostólica. La formamos pocas personas por el momento. Yo fui ordenado sacerdote por nuestro obispo hace unos años, y ello me permite administrar los Sacramentos, aunque no tenemos una liturgia concreta. Nos relacionamos con la Iglesia de Guadalupe, formada sobretodo en América, por sacerdotes casados. 

¿Para Ud. ha cambiado el rostro de Cristo, desde que empezó hasta hoy? 
Es el mismo Cristo, el que proclama la buena nueva. El Reino de Dios es entre nosotros, y sobretodo entre los que lloran y sufren. A mi Jesús se me aparece a través del Sermón de la Montaña. 

¿Si tantas personas no se sienten satisfechas con lo que proclama la iglesia Católica, el futuro de la religión será está atomización de la religión en pequeñas iglesias y grupos? 
Esta es una visión des de la perspectiva de la iglesia Romana jerarquizada. La iglesia es una, y todos los cristianos formamos parte de ella, con nuestras diferencias. En el inicio del cristianismo, las diferencias entre los grupos de cristianos eran enormes, pero todos se sentían miembros de la misma iglesia. Ahora, desde Roma, se proclama que ellos son la única iglesia. Nadie tiene el monopolio de Cristo. En todo caso, el futuro pasa por una iglesia con menos recetas. Cuando el Reino de Dios llegue, ya no nos harán falta las recetas. Y hoy en día, la jerarquía romana lo único que hace es repartir recetas. 

¿Se ha confesado alguna vez por ser homosexual? 
No. No creo que sea pecado, ni lo he creído nunca. Me confesé de no haber sido casto cuando me había comprometido a serlo. 

Usted, además, ha sido director del Plan LGTB del Ayuntamiento de Barcelona. ¿Cómo trabajar por las comunidades LGTB desde la administración? 
Tenemos pendiente una tasca educativa importante. Los niños y adolescentes también tienen una sexualidad. Se les debe educar afectivamente para que vivan su sexualidad de forma plena. Hay que afrontar este tema y trabajar en la visualización del hecho homosexual: eventos, conferencias, apoyo a asociaciones, tercera edad… 

Es padre de familia numerosa. ¿Cuando los obispos apelan a la familia tradicional contra los matrimonios homosexuales, como se siente? 
Esta es una de las actitudes más malignas de la jerarquía romana. Cada vez que abren la boca, nuestros hijos, mi marido y yo mismo, nos sentimos profundamente heridos y marginados. Y esto, a mi parecer, es exactamente el contrario del mensaje liberador y compasivo de Jesús, de Cristo. La familia tradicional es una construcción social e histórica, y no tiene nada que ver con la llamada “ley natural” ni la “ley de Dios”, que los jerarcas romanos manipulan como quieren.